La migración es tan antigua como la propia sociedad, ha afirmado el vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València, Antonio Ariño, durante la inauguración del Programa de Integración Sociolaboral de Jóvenes Inmigrantes Universitarios organizado por ADEIT, financiado por la Fundación Bancaja y respaldado por la Conselleria de Bienestar Social. «Tenemos pies, no raíces», ha recordado el vicerrector, quien ha subrayado que el concepto de raíces es una construcción social que, además, está sobrevalorado.
Un total de 43 estudiantes de la Universitat de València procedentes de 22 países distintos han comenzado la quinta edición de este programa que, durante 60 horas de duración, combina formación on-line con sesiones presenciales, en las que los alumnos aprenderán a desarrollar un proyecto profesional y visitarán entidades de referencia de nuestro entorno como el Parque Científico y Feria Valencia.
Durante la ponencia inaugural, Antonio Ariño, ha repasado diferentes cuestiones relacionadas con el fenómeno de la inmigración y, especialmente, aquellos propios de la sociedad contemporánea como la globalización, la conexión en tiempo real de los territorios gracias a las nuevas tecnologías, que denominó «experiencia de copresencia», o el motor del flujo de personas, que ha dejado de ser la búsqueda de territorios vírgenes para pasar a ser la búsqueda empleo.
Derechos de ciudadanía planetaria
Debería haber derechos de ciudadanía planetaria, ha afirmado durante su ponencia Antonio Ariño, al tiempo que ha señalado que la invención del estado-nación del s.XVIII y la construcción de fronteras se han revelado hoy como disfuncionales, algo que ponen de manifiesto los problemas de carácter demográfico, económicos y ecológicos actuales.
Aunque la inmigración se ha reducido desde el comienzo de la crisis –ha apuntado Ariño– no ha desaparecido ni lo hará. «Si los migrantes se integraran en un territorio, supondrían actualmente el quinto país del mundo en número de personas», ha afirmado el catedrático de Sociología de la Universitat de València.
Entre los diferentes modelos existentes frente al fenómeno de la inmigración, el vicerrector de Cultura e Integración se ha decantado por el de la «interculturalidad pragmática», es decir, por tratar de llegar a acuerdos y a un entendimiento sin necesidad de cambiar los valores sustanciales de cada cultura. No obstante, Ariño abogó por la posibilidad de cambiar los valores a lo largo de la vida, lo cual es sinónimo de reflexión. «La infidelidad a los propios valores no es algo negativo; lo negativo es la infidelidad al pensamiento», ha concluido.
